Cuando hablamos de gestión de activos, podemos, como en tantas cosas en la vida, estar hablando de muchas cosas. Cuando hablamos de poner en marcha un negocio o idea, lo primero que surge, es el dinero o financiación que será necesaria para ponerla en marcha. No siempre es así. Algunas veces, la imaginación y visión es más poderosa que el dinero.
Ideas que requieren financiación
Toda idea o negocio que implique la inversión en activos fijos, supondrá la necesidad de una financiación inicial importante, lo cual supone asumir un importante riesgo, porque si el negocio fracasa, la inversión se pierde en gran parte, o incluso totalmente.
Otro riesgo de los activos fijos, es lo que en el área de producción u operaciones se llama subactividad, que no es otra cosa, que la incapacidad de utilizar los activos al 100%. Los costes fijos asociados a la inversión inicial y su mantenimiento caen como una losa todos los meses, pero los ingresos dependerán de la capacidad de optimizar el uso de los activos, de la capacidad de acercarnos al 100% de su capacidad. En estas ocasiones las ideas juegan un papel fundamental, un papel principal en poner todos los recursos a trabajar, a generar ingresos adicionales para la empresa.
Un idea que supone una transformación en positivo
Un ejemplo ilustra muy bien lo que estoy comentando. Como en otros artículos, es un ejemplo que extraigo de lo que observo en mi día día. Un ejemplo, que todos hemos podido observar en algún momento.
España es un país con muchos bares y restaurantes. Los hay de todo tipo. De moda, de barrio, los tradicionales que llevan decenas de años y no pasan de moda, los que sabes que no defraudan, los que pruebas para innovar, los internacionales, comidas exóticas, etc. Hay espacio para muchos tipos de negocio de restauración, porque somos un país de vivir en la calle, pero aún y todo, no hay espacio para todos y muchos fracasan. Además con la pandemia, el país ha perdido, más de 3 de cada 4 turistas que venían antes de la misma. La cosa no pinta bien para la restauración. Aun con todo ello, hay emprendedores que se lanzan a invertir en restaurantes con la visión de sobrevivir y luego capitalizar en un futuro cercano, el esfuerzo.
El ejemplo que traigo a colación es de un restaurante de barrio. Antes de la pandemia funcionaba, pero tampoco parecía que fuese un super éxito. Restaurante que solo daba comidas y cenas. Carta pequeña y apañada. Precios medios. Local muy bien acondicionado. Los fines de semana siempre ha funcionado muy bien. Mejor las cenas que las comidas. Sin embargo, siempre ha dado la sensación de que el local estaba desaprovechado. La mayor parte del día estaba vacío. Horas en la que a los camareros no les da la vida con el mucho trabajo que tienen y horas en las que se les ve relajados sin nada que hacer.
No hace falta inventar la rueda
En contraposición, a unos pocos metros de distancia en el mismo barrio, hay otro restaurante, con una carta más modesta, apañada y funcional. Menú del dia de lunes a viernes, hamburguesas, bocadillos, algún plato, entrantes, batidos, zumos y bollería. Un local bien decorado, agradable, pero más modesto que el anterior. Lo que tiene este último negocio es que aprovecha cada metro cuadrado del local al máximo. Los empleados no dejan de trabajar. Sin llegar a morir del esfuerzo, si es verdad, paran poco rato durante el día. Lo que los diferencia es la actividad. Este último local, está más acondicionado para el concepto barrio, barrio que además de habitantes tiene muchas oficinas dentro del mismo. Así que el negocio da desayunos a primera hora del día. A media mañana, el pincho y el café de descanso de muchos trabajadores de la zona, a mediodía, menú del día, a la tarde sobremesa, con copa para el afterwork y merienda tipo café y bollería o batidos y zumos para las familias. A la noche, cena rápida tipo hamburguesas o bocadillos. Complementando todo, los días de evento deportivo, con pantallas grandes por todo el local, para llenar en esos momentos típicos de sábado o domingo a la tarde que no suele haber mucha actividad en los barrios.
Volviendo al primer restaurante que hemos comentado, detectamos quizás que el concepto de negocio no está adaptado a su situación. Este tipo de restaurante que sólo da comidas y cenas, puede funcionar en el centro de una ciudad, con mucho movimiento, llenando de lunes a domingo, menos el día de descanso, claro está. En el centro, considerando la localización se pueden cargar un poco más los precios. La subactividad te afecta menos. Se busca menos rotación, o rotación máxima en comidas y cenas, con turismo, actividad, etc. El caso, es que antes de la pandemia, puede ser que le diera para sobrevivir, porque ha estado funcionando algunos años, pero tras la pandemia, aunque ha vuelto a abrir sus puertas, a los pocos meses ha cambiado de dueño.
El resultado
¿Qué ha supuesto el cambio de dueño? Normalmente, los cambios de dueño, llevan aparejado, grandes inversiones en reformar el local, dándole otro concepto, ya que se estima que el anterior no ha funcionado. Eso supone que sobre la inversión inicial de compra, hay que poner más dinero. Puede ser que este nuevo concepto haga triunfar el local. En el caso del local que hemos hablado, ha cambiado ya varias veces de estilo y el problema sigue siendo el mismo. Demasiadas pretensiones para un restaurante de barrio, que tiene una carta por la que nadie se va a recorrer varios kilómetros para catarla.
El nuevo dueño, le cambio de nombre. Asociado con el nombre puso, algunas plantas para dividir los espacios y dar un toque diferente a la decoración. No cambió nada más. Las plantas artificiales. Es de hecho difícil darse cuenta que ha habido cambios porque los camareros son los mismos y el local, esencialmente es el mismo. El cambio más sustancial es un pequeño apartado que tenía el local, que lo dedicaba a comida sana a domicilio, que siempre estaba cerrado y que nunca he visto a nadie comprar allí. Lo ha cambiado por una heladería anexa al restaurante. Adicionalmente, ha añadido una TV gigante en la parte de la terraza.
¿Cuál es el resultado? El resultado es que con una inversión mínima, el local está lleno más tiempo durante el día. Los mismos empleados generan más ingresos. La heladería le está dando mucho movimiento. Mucha afluencia en esos momentos entre comidas, es decir, antes de la comida y sobre todo las tardes, entre la comida y la cena. Sigue llenando comidas y cenas pero está aprovechando más las horas muertas. La TVs y los eventos deportivos hace que también se llene entre horas, aprovechando tanto el coste fijo del local como el sueldo de los empleados.
Conclusión
La conclusión es clara, con poco dinero y una visión diferente del negocio, se está aprovechando las capacidades del mismo para mejorarlo y hacerlo rentable, si no lo era, o darle mayor rentabilidad, que le dará más solidez y consistencia ante cualquier problema no planificado que pueda surgir.
Las ideas son un motor de cambio. Las ideas pueden tener más poder que el dinero. No pretendo hacer demagogia. El dinero y la financiación es fundamental. Sin la posibilidad de poner en funcionamiento una idea, la idea no tiene valor. Pero del mismo modo que digo una cosa, digo la otra, el dinero nunca podrá competir con una buena idea. Que se lo digan a los que han montado grandes negocios en el garaje de su casa.

Excelente idea! El mundo de la empresa sigue sorprendiendo con todos sus detalles. GRACIAS