(48) Coaching: el arte de guiar un viaje personal y profesional


¿Has sentido alguna vez que tienes el potencial para ir más allá, pero necesitas un empujón, una perspectiva diferente o una guía para desatarlo? En un mundo que nos exige adaptabilidad y mejora continua, cada vez más personas y organizaciones recurren a una poderosa herramienta: el coaching. Más que una moda, es una disciplina que, bien entendida y aplicada, puede ser el catalizador para alcanzar metas extraordinarias.


Coaching: un viaje de personas que ayudan a personas

Para mí, y desde mi reciente experiencia como coachee, el coaching es un auténtico viaje. Un viaje en el que personas ayudan a personas. Veo al coach como alguien con una experiencia valiosa y una profunda motivación para poner sus capacidades al servicio de otro. Su rol es tutelar, aconsejar sutilmente y, sobre todo, aportar enfoques diversos que multipliquen al máximo las capacidades presentes y potenciales de una persona. Esta persona, el coachee, busca ayuda para conseguir una meta u objetivo concreto a corto o medio plazo, ya sea personal o profesional.


Definiendo el Coaching: nás allá de la metáfora

En términos más académicos, el coaching se entiende como una metodología de aprendizaje dinámica e interactiva. Se desarrolla entre un coach (tutor, instructor) y un coachee (aprendiz) con el objetivo de desarrollar plenamente las capacidades y habilidades de este último. Esto puede ocurrir en el plano personal, profesional, empresarial u organizacional, siempre con la meta de alcanzar objetivos específicos y lograr los mejores resultados posibles.

El término «coaching» procede del inglés y se deriva del verbo to coach, que significa ‘instruir, entrenar, preparar, ayudar’. Así, los roles están claros: el coach es el entrenador o facilitador, y el coachee es el cliente, el aprendiz o pupilo. La relación entre ambos es la clave, y debe cimentarse sobre una serie de principios inquebrantables para que el proceso sea fluido y alcance el éxito.


Los principios fundamentales: el ADN de una relación fructífera

El coaching no es una varita mágica ni un sermón, sino una colaboración basada en la confianza y el respeto mutuo. Estos son sus principios esenciales:

  • Nadie está en posesión de la verdad absoluta: El coach no tiene todas las respuestas. Se trata de aunar la experiencia de ambas partes para que, mediante el trabajo conjunto, el coachee logre sus objetivos.
  • Las personas actúan de la mejor manera dentro de sus posibilidades: El coach no impone tareas, ni obligaciones, ni da lecciones o recetas mágicas. No es un monólogo. Ambas partes actúan aportando lo mejor de sí, y el trabajo en equipo potencia las capacidades, tanto las evidentes como las latentes, del pupilo.
  • Todo individuo lleva un talento que espera ser revelado: El coach aporta una mayor experiencia y una visión más objetiva y menos involucrada. Esto le permite ayudar al pupilo a ver su propia persona desde una perspectiva más clara, revelando talentos ocultos y aportando esa confianza tan valiosa.
  • Las personas pueden cambiar: Ninguna situación pasada, por desafortunada que haya sido, condiciona las acciones futuras. Cualquier persona puede remontar su trayectoria, mejorar y apalancarse en posibles fracasos para que sean el cimiento de éxitos futuros. Todos podemos recibir apoyo para minimizar debilidades y potenciar fortalezas.
  • Confidencialidad absoluta: La relación se basa en la confianza total y la transparencia. Para que el diálogo sea honesto y sincero, y se puedan identificar todas las palancas que potenciarán al pupilo, la confidencialidad es innegociable.
  • Diferenciar el Ser y el Hacer: Nadie está condicionado por quién es o por el trabajo que realiza. El futuro es una hoja en blanco dispuesta a ser escrita, libre de las etiquetas del pasado.

De estos principios se desprende claramente la dinámica entre los dos protagonistas del proceso.


El Coach: el farol que ilumina el camino

Podemos considerar al coach como la persona que acompaña a otra en su desarrollo personal y profesional. Su rol principal es escuchar y observar atentamente al cliente, para luego plantear preguntas estratégicas que le permitan verse desde otro ángulo, ampliar su mirada y descubrir nuevas posibilidades. Su misión es precisamente esa: incrementar el nivel de alternativas y opciones del coachee para llevarlo a la acción y generar resultados distintos. Al ver la realidad de forma distinta, se puede actuar de un modo distinto.

Es fundamental entender qué no es un coach: no es un terapeuta que aborda traumas del pasado, no es un consultor que da soluciones directas, ni un mentor que comparte su propia experiencia como la única verdad. El coach no da consejos ni le dice al coachee lo que tiene que hacer. Su poder reside en la capacidad de facilitar el autodescubrimiento.


El Coachee: el verdadero protagonista del viaje

El coachee es el cliente y el protagonista indiscutible del proceso. Es quien marca la meta a alcanzar, el artífice de su propio cambio. Es la persona que obtendrá los beneficios más directos: más y mejores herramientas para lograr sus objetivos. Aunque el coach también se desarrolla y aprende en cada proceso, el objetivo primordial es claro: ambas partes se centran en movilizar todas las herramientas para que el pupilo logre sus metas.

Aunque el coaching profesional se diferencia de la relación jefe-subordinado, muchos líderes y responsables de equipos se apoyan en técnicas de coaching para el desarrollo personal y profesional de sus colaboradores. Esto sería un «coaching informal», pero igualmente valioso.

Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en el mundo del deporte. Pensemos en un entrenador de élite como Zinedine Zidane en el Real Madrid. Más allá de sus tácticas en la pizarra, en los medios deportivos se comenta que el secreto de su éxito residía en ser un verdadero «coach» para sus jugadores. Apoyándose en su vasta experiencia como jugador y entrenador de élite, Zidane se convirtió en un referente personal. Confiaba en poner los medios y la mentalidad para que los jugadores tuvieran el protagonismo en el campo, no tanto en dictarles cada movimiento, sino en potenciar su talento innato.


El proceso de coaching: un camino estructurado

El viaje del coaching se compone de una serie de reuniones o entrevistas planificadas, privadas y confidenciales entre el coach y el coachee. La duración del proceso se fija al inicio, en función del reto a alcanzar, y suele constar de entre 6 y 10 sesiones a lo largo de unos seis meses. Cada sesión suele durar aproximadamente 90 minutos.

El coach guía la conversación para que el coachee logre ampliar su mirada sobre su realidad y descubra nuevas posibilidades de acción. La metodología se basa fuertemente en las preguntas poderosas, diseñadas para explorar creencias, valores, fortalezas y limitaciones.

Las características esenciales de este proceso son:

  • Temporal y acotado: Tiene un principio y un final definidos, enfocados en la consecución de objetivos concretos dentro de un horizonte temporal.
  • Díada de relación: Siempre es un proceso entre dos personas.
  • Orientado a un objetivo y un reto: Claramente definido y acordado por ambas partes.
  • Basado en la conversación: Las sesiones son diálogos profundos y significativos.
  • El coachee es el agente de cambio: Toma decisiones y se compromete activamente con el aprendizaje y la acción. Este compromiso es lo que le permite movilizarse, desplegar todo su potencial y conseguir resultados extraordinarios.

Profesionalizando el coaching: un camino certificado

Aunque, como yo mismo, muchas personas con la capacidad de ayudar se convierten en coaches de manera informal, la disciplina ha evolucionado para establecer estándares de calidad. Hoy en día, existen materiales y formadores que permiten «normativizar» la función del coach profesional. La International Coaching Federation (ICF), por ejemplo, es una de las organizaciones líderes que establece criterios de certificación basados en:

  • Horas de formación específica de coaching: Programas acreditados.
  • Horas de experiencia práctica con clientes: Demostrando aplicación real de la metodología.

Basándose en estos dos criterios, se distinguen los siguientes niveles profesionales:

  • ACC (Coach Certificado Asociado): 60 horas de formación y 100 horas de experiencia con clientes.
  • PCC (Coach Certificado Profesional): 125 horas de formación y 500 horas de experiencia con clientes.
  • MCC (Coach Certificado Master): 200 horas de formación y 2.500 horas de experiencia con clientes.

Coaching vs. Mentoring: Despejando Confusiones

Dado que ambos son procesos interpersonales de ayuda y desarrollo, el coaching y el mentoring a menudo se confunden. Sin embargo, hay diferencias clave:

CaracterísticaCoachingMentoring
Foco principalConcreción de resultados para tareas o habilidades específicas (ej., gestión efectiva de equipos, hablar en público, pensamiento estratégico).Desarrollo integral de la persona y su carrera. Objetivos que trascienden lo meramente laboral (ej., equilibrio vida-trabajo, autoconfianza, influencia de lo personal en lo profesional).
Horizonte temporalCorto o medio plazo. Relación puntual, a menudo finaliza con pocas sesiones si se logran los objetivos.Largo plazo. Relaciones duraderas que generan un clima de confianza para compartir preocupaciones y dudas más profundas.
Rol del guíaFacilitador. Plantea preguntas para que el coachee encuentre sus propias respuestas. No aconseja directamente.Guía experimentado. Comparte su propia experiencia y conocimientos, actúa como modelo a seguir y consejero.
DirecciónEl coachee es el experto en su vida y sus soluciones.El mentor es el experto en un área o trayectoria específica.

En síntesis, el coaching te ayuda a encontrar tus propias soluciones para un desafío específico, mientras que el mentoring te ofrece la experiencia y sabiduría de alguien que ya ha recorrido un camino similar.


Conclusión: el ser humano como centro del éxito

La sociedad, las organizaciones y las empresas están, en su esencia, formadas por personas. Cualquier proceso que permita transmitir experiencias, aportar confianza y empoderar a individuos para que se apalanquen en la guía de un coach y se conviertan en su mejor versión, no solo beneficia al pupilo y al entrenador. Trasciende.

Beneficia a todas las partes que se relacionan con ellos. Una persona con mayor autoconciencia, más herramientas y una visión clara de sus objetivos, es un activo invaluable. El coaching es, en última instancia, una inversión en el capital humano, una disciplina que nos recuerda que, en el vertiginoso camino hacia el éxito, el mayor combustible reside en el potencial inagotable de cada ser humano.

Publicado por José Luis

un financiero, con alma de comercial; un comercial, con formación financiera

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