Outsourcing financiero


Las finanzas son parte importante de toda empresa. Las empresas pueden optar por desarrollar un área financiera, dentro de la empresa, o por contratar a terceros, para que cubran las necesidades que puedan surgir.

Desde la constitución de la empresa, está el negocio y el mundo financiero en el arranque de toda actividad empresarial. Evidentemente, la empresa se constituye por una perspectiva de negocio, pero lo primero que surge, al constituir la empresa, son las obligaciones contables y fiscales. Obligaciones porque es algo que marca la ley. Cumplir con las obligaciones contables y fiscales. No olvidemos que los impuestos se basan en la contabilidad de la empresa. En este momento, toda empresa que arranca y no tiene un departamento de administración o financiero, necesita subcontratar servicios de contabilidad y presentación de impuestos. El desconocimiento de esta materias no es justificación para no cumplir. Es por eso, que muchas empresas que comienzan su actividad, o muchos emprendedores que montan su empresa, contratan estos servicios.

Las obligaciones de cumplimiento son el inicio, y surgen porque no queda más remedio. Si no existiese la obligación legal de elaborar la contabilidad de la empresa, y presentar cuentas, además de presentar todos los impuestos en la periodicidad que marca la ley, estoy convencido que la inmensa mayoría de las pequeñas empresas no realizarían estas actividades.

Sin embargo, no se puede valorar lo que no se mide. El desconocimiento es fuente de muchos problemas. La toma de decisiones tiene que basarse en los datos que arroja la actividad de la empresa. En un primer momento, la contabilidad legal da mucha información, pero según la actividad de la empresa crece y se hace más compleja es necesario contar con una contabilidad analítica. Contabilidad analítica o información de gestión, que abarca parámetros de negocio, como unidades vendidas, ventas por producto, margen por producto, evolución de los costes, costes fijos versus costes variables, etc. Una información adaptada al negocio que se está analizando. Una información que ayude a conocer cómo se está desarrollando el negocio y que ayude en la toma de decisiones. En esta fase, fase de análisis, no de cumplimiento, también se puede decidir entre montar un equipo interno o contratar a terceros el desarrollo de la actividad.

Siguiendo con la evolución y crecimiento de la empresa, las necesidades asociadas al área financiera se hacen cada vez más evidentes. Puede ser posible obtener fondos para la financiación del crecimiento o de las nuevas inversiones. Esta financiación puede ser a través de fondos propios o endeudamiento. Fondos propios aportados por los socios actuales o por nuevos socios. Endeudamiento que puede ser a través de financiación bilateral, bancaria o mediante estructuras más complejas como Project Finance, préstamos sindicados o incluso mediante la emisión de títulos de deuda. Surge otra vez la pregunta de si apoyarse en un equipo interno o en conocimiento externo. A mayor complejidad, mayor la necesidad de apoyarse en expertos en la materia, para aumentar las posibilidades de éxito.

Cada caso es un mundo. Al inicio, el outsourcing es casi la única opción porque la prioridad es arrancar un negocio de éxito, sin que el desconocimiento financiero descalabre una buena idea. Dependiendo del volumen de actividad, puede no ser muy eficiente tener un equipo financiero potente. Siempre es mejor pagar el mejor conocimiento posible en el momento en el que se va a utilizar. Mejor alquilar el Mercedes, el mes de vacaciones, que comprarlo y tenerlo 11 meses en el garaje.

Llega un punto en el que la dedicación exclusiva, además del propio conocimiento del sector puede hacer necesario que el equipo sea interno. Sobre todo cuando hablamos de cumplimiento de las obligaciones contables y fiscales. Puede haber temas muy específicos propios del sector o de la industria, o de la propia compañía que hace que el conocimiento esté más en casa «inhouse» que fuera. O puede utilizarse un sistema mixto, un equipo más eficiente en coste interno cuando el volumen de operaciones se incrementa y consultas y asesoramiento puntual para aquellas cuestiones en los que se necesita a un experto con años de experiencia.

Cuando hablamos de mediana y gran empresa, la complejidad de alguna transacción hace necesario el concurso de asesoramiento de alto nivel. Hablamos de operaciones como pueden ser fusiones y adquisiciones, ventas, estructuración de la financiación, ampliaciones de capital, etc. Además del concurso de abogados, es necesario contar con un asesoramiento financiero más estratégico, más global que ayude a la dirección en la elaboración de escenarios y su cuantificación para que las diversas opciones sobre las que se puede trabajar no desemboquen en confusión y por tanto en una mala decisión.

Hemos hecho hincapié en el asesoramiento financiero. Sin embargo, lleva implícito el efecto fiscal de toda actuación. Como aprendí en mis años universitarios, en la asignatura catalogada como más difícil de la carrera, Política y Planificación Financiera, la rentabilidad a calcular y vigilar, no es la rentabilidad financiera. Es la rentabilidad financiero fiscal. Hay que optimizar todos los parámetros. El triangulo mágico que supone la mejor decisión de negocio, con la mejor estructura financiera, que además optimice el coste fiscal.

Soy asesor financiero y cada día que pasa me doy cuenta que como en todo en la vida, somos reacios a contratar servicios. El coste se ve al firmar la aceptación de la propuesta y el beneficio está por ver. Sin embargo, esta forma de pensar, ha hecho que muchos pelos o muchos euros de buenos negocios, se hayan quedado en el camino, por no optimizar la forma de hacer las cosas. Un asesor financiero, es alguien que vive 100% de su tiempo dedicado al área de «expertise» a la que se ocupa. Cada día que pasa es más experto, porque entre otras cosas ha analizado y vivido más casos de negocio. Una empresa tiene un número limitado de problemas y por tanto de soluciones. Un asesor tiene soluciones para todos los problemas que ya le han surgido en la multitud de clientes y sectores para los que trabaja. Y soluciones de éxito. probadas para una industria se pueden implementar en muchas otras. Además de la experiencia, hay una agilidad a la hora de afrontar los problemas. Agilidad en entender los negocios y sus dificultades y agilidad en la búsqueda de la mejor opción.

La decisión de si es necesario un asesor financiero, está en el emprendedor y por tanto es su responsabilidad, entender los beneficios que aporta y los riesgos que se evitan o asumen, en función de dicha decisión. A veces es el dinero mejor invertido. Pero también puede ser un sumidero de recursos. Como siempre no hay soluciones mágicas. Lo que sí es una constante es que la clave es la persona que va a trabajar con el emprendedor o el equipo de la empresa. Hay asesores buenos y malos, como hay médicos buenos y malos. Cuando nuestra salud esta en juego, buscamos una segunda opinión. No digo que hay que contratar los servicios dos veces, pero sí es imprescindible estar seguros de que el asesor es bueno. A veces, grandes compañías de prestación de servicios, tienen algún mal profesional que es precisamente el que te toca. No se compra el nombre del que te asesora. Se compra el asesoramiento. Y cuando se encuentra esa persona que te asesora, te conoce, vive con la empresa sus éxitos, la relación a construir es una relación a largo plazo.

Publicado por José Luis Gómez

un financiero, con alma de comercial; un comercial, con formación financiera

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